El proceso sociopolítico venezolano en medio de las adversidades en las que se ha desarrollado ha encontrado un particular escollo: crear condiciones estables de crecimiento económico en medio de un clima hostil amplificado por medidas coercitivas unilaterales, que han procurado un quiebre político inducido por potencias extranjeras. Superar la cultura del rentismo petrolero pasa por volver la mirada al campo venezolano.
Venezuela se caracteriza por ser un país diverso en riquezas y potencialidades. Desde el agroturismo, turismo religioso, minerales metálicos y no metálicos, pasando por las reservas acuíferas, hidrocarburos y fundamentalmente gente honesta y trabajadora que merece ser reconocida y valorada en su talento, capacidad y creatividad, son palancas de desarrollo que deben ser evaluadas, consideradas y engranadas en forma holística.
En ese sentido, la producción de carne, caña de azúcar, café y cacao termina por ser el C4 venezolano, para producir una gran explosión de crecimiento que dé el impulso necesario para el gran paso cuántico que deje atrás el rentismo petrolero y dé paso un nuevo modelo productivo, socialmente incluyente y ecológicamente responsable.
Nuestro país goza de inmensas extensiones de tierra aptas para pasturas, un clima tropical agradable y favorable a la productividad, además del desarrollo reciente de una genética mejorada en distintas áreas, desde la ganadera vacuna, hasta la cría de pequeños rumiantes y en forma menos tradicional la producción de rebaños de búfalo. Es urgente incentivar el desarrollo productivo para el pleno abastecimiento soberano y para la apertura a la competitividad en el mundo, en áreas como la cría porcina y avícola, y hasta la apicultura con calidad de exportación ya que tenemos una gran variedad de flora nacional con propiedades medicinales de alta efectividad para una miel de consumo normal y medicinal y la producción de leche y sus derivados como quesos, yogures y más.
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En los tiempos de la Colonia, Venezuela se caracterizó por ser un gran productor de cacao, nuestro cacao es uno de los mejores del mundo en calidad. La industria chocolatera venezolana esta en capacidad de competitividad con los mejores del mundo, no podemos aplazar la tarea de consolidar los incentivos suficientes para su perdurabilidad y perfeccionamiento, tomando como eje principal de producción Miranda, Sucre y Mérida.
A su vez debemos reactivar el cultivo de café con calidad de exportación priorizando su producción en estados como como Lara, Portuguesa, Cojedes, Yaracuy, Trujillo, Mérida y Táchira, en lo que habría que denominar el principal eje cafetalero del país, construyendo la infraestructura necesaria para su aprovechamiento industrial, además del mejoramiento de nuestra genética con variedades como la brasileña Robusta, en combinación con el cacao y la caña de azúcar para la producción de novedosos productos terminados.
También es necesario el reimpulso de la siembra, cosecha y procesamiento de la caña de azúcar en su tres principales ejes productivos: los andes, llanos y centro-occidente, para de esa forma reactivar los centrales azucareros, trapiches y producción artesanal y agroindustrial. Estudios sugieren que en nuestro país al menos 3.700.000 hectáreas son aptas para su cultivo.
El reimpulso del cultivo de caña además puede ser una solución ecológica necesaria para afrontar la situación actual del Lago de Valencia, la Laguna Taguaiguai y el embalse de Zuata, cuyos niveles sobrepasados han puesto fin a la existencia de pequeñas parcelas de productores, pero grandes esfuerzos, lo incluye además urbanizaciones. Es necesario hacer frente a esta realidad desde un enfoque holístico y ecológico.
Cómo añadido de combustible a esta combinación podemos convertir la zona del Pao-El Baúl allá en Cojedes en los principales productores de palma aceitera para la producción industrializada con miras a suplir el mercado nacional y generar un nuevo producto de importación que contribuya al desarrollo de ese sector.
Los venezolanos y las venezolanas tenemos las condiciones necesarias para alcanzar plenos estadios de desarrollo que brinden a nuestro pueblo la mayor suma de felicidad posible, pese al bloqueo criminal contra nuestra economía, es posible y es necesario incrementar la productividad nacional para garantizar nuestra plena soberanía agroalimentaria y a la vez abrir puertas a un mercado internacional en el que la competitividad de la calidad de nuestros productos promete abrir grandes puertas.
La tarea es volver la mirada al campo, hacer los ajustes pertinentes y promover las inversiones estratégicas para el incentivo de la productividad y la producción, nuestro C4 debe ser la principal arma para esa explosión de crecimiento que haga de nuestro país un ejemplo de economía sólida, productiva y soberana. ¡Producir es vencer!
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