Decenas de ciudadanos de República Dominicana, han pasado los últimos días agobiados por el calor y con la mirada perdida. Esperan que les entreguen el cuerpo de sus familiares en la entrada de la morgue, los cuales murieron tras desplomarse la discoteca Jet Set.
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A un costado del Instituto Nacional de Patología Forense en Santo Domingo, entran y salen los vehículos que se llevan los cuerpos de las víctimas de una de las peores tragedias de los últimos años en República Dominicana.
Con los brazos en el portón automático de metal, una mujer mira impotente cómo algunos consiguen llevarse los cuerpos de sus familiares y ella aún sigue esperando que le entreguen a su sobrina, reseñó BBC Mundo.
«¡Queremos que nos entreguen nuestros muertos!», grita impotente y furiosa, cansada de esperar noticias. Cuenta que su sobrina estaba celebrando una fiesta de cumpleaños en la discoteca Jet Set, cuando todo se vino abajo.
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Gloria García tiene rabia porque se ha conseguido una ambulancia para llevarse el cuerpo que, según dice, fue identificado el primer día de la tragedia. Pero aún no se lo entregan. Le han explicado que debe esperar los resultados de la autopsia y los procedimientos reglamentarios de rigor para poder llevarse a su querida Carla Miguelina.
Ella lo entiende y está consciente de que hay muchas otras personas esperando por los cuerpos de sus familiares, pero la desesperación, la rabia, la impotencia, la tienen al límite.
«Mi sobrina estaba debajo de los escombros». Dice desconsolada después de estar horas bajo el sol junto a una calle atascada por el tráfico.
Como su sobrina, más de 200 personas quedaron sepultadas cuando el techo del club nocturno colapsó sobre los asistentes a la madrugada del martes durante un concierto del cantante de merengue Rubby Pérez, quien perdió la vida en el escenario.
ABRUMADOS POR LA TRAGEDIA EN DOMINICANA
En la entrada principal de la morgue se ha instalado una carpa con sillas para los familiares de los fallecidos. Alguien ha traído un ventilador, voluntarios reparten agua, comida, mascarillas, desinfectante para las manos. Mucho desinfectante en un sitio donde se puede sentir, a ratos, algo de mal olor proveniente del interior del edificio.
Muchos se miran a los ojos sin decir ni una sola palabra, abrumados por todo lo que está pasando. «Queremos darles cristiana sepultura», dice una señora muy suavemente.
Con micrófono en mano, una trabajadora pregunta «¿dónde está el familiar de Viviana de Jesús García?, ¿el familiar de Ramón Teodoro Jiménez?, y así sigue leyendo la lista.
Pero no todos los que están en ese lugar tienen la certeza de que su pariente se encuentra ahí. También están aquellos que, cansados de ir a varios lugares, llegan con la esperanza de encontrar alguna información.
Al rato, un trabajador alza la voz preguntando quiénes son las personas que no están seguras si sus parientes se encuentran ahí.
«Si no ha identificado la foto, si no ha identificado la bolsa, si no tiene la constancia, por favor levante la mano».
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