Este 8 de mayo se conoció la elección de Robert Prévost, «León XIV», como el nuevo Papa, siendo el primer pontífice de Estados Unidos en este cargo.
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Su elección marca un momento histórico para la Iglesia Católica, que por primera vez entrega el liderazgo espiritual del mundo a un estadounidense.
Aunque el Vaticano se ha caracterizado por su hermetismo, en esta ocasión, una señal inusual pero que llamó la atención, pareció adelantarse ante este anuncio oficial: una imagen de Donald Trump vestido como Papa se viralizó el pasado fin de semana antes del inicio del cónclave.
El pasado 2 de mayo, la Casa Blanca compartió en redes sociales una fotografía generada por la Inteligencia Artificial (IA) en la que el presidente Trump aparece luciendo una vestimenta papal. Sin embargo, la imagen, lejos de pasar desapercibida, se convirtió en un fenómeno global, alcanzando más de 108.5 millones de visualizaciones.
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Asimismo, al momento de su publicación fue interpretada como una maniobra mediática o una broma visual. Pero, luego de conocerse el nuevo elegido estadounidense para Sumo Pontífice, se considera esta imagen como una coincidiencia simbólica.
Más allá de las interpretaciones, la imagen de Trump vestido como Papa funcionó como un presagio visual que ahora toma un nuevo significado. En una era donde los simbólico se viraliza en segundos, lo que parecía una simple provocación digital pudo haber sido, para muchos, una premonición involuntaria del nuevo rostro de la Iglesia.
En este contexto, el uso de imágenes simbólicas, como la de un líder político vestido de Papa, no puede verse solo como una curiosidad digital.
Este tipo de imágenes tiene un peso comunicativo potente, puede activar emociones colectivas y reforzar intencionalmente o no ciertos mensajes ideológicos o culturales.
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