Gobernar es un ejercicio complejo que demanda entrega, inteligencia, capacidad de trabajo en equipo, creatividad e ingenio y por sobretodo, un supremo compromiso moral, ético, social y económico con la gente humilde, con el pueblo todo. A estas características, por demás difíciles de conjugar, habría que añadir una más: tener templanza de espíritu y serenidad de carácter.
Si algo ha caracterizado los últimos años del proceso político venezolano es justamente la adversidad que se ha venido sumando cada vez para el ejercicio del poder político. Se ha tejido un complejo entramado de interés económicos trasnacionales para los que la presencia de un obrero humilde y trabajador en la presidencia del principal país productor de petróleo en la región americana, con las mayores reservas acuíferas y el haber de minerales preciosos como oro y coltán, resulta inaceptable.
Los venezolanos y las venezolanas hoy acudimos a la presencia de una guerra híbrida patrocinada por las grandes potencias que se niegan a la existencia de un mundo multipolar y pluricentrico, que de al traste con las hegemonías imperiales impuestas. Ese ha sido el duro contexto en el que ha tenido que navegar el Presidente Nicolás Maduro Moros.
Sobrevivir a magnicidios, intentos de golpes de Estado, traiciones, conspiraciones y ataques sistemáticos a la moneda y la economía nacional, ha sido posible gracias al ingenio e inteligencia que ha demostrado el presidente Maduro al frente de la Revolución Bolivariana, haciendo gala de ser verdadero hijo y discípulo del Comandante Eterno Hugo Chávez.
Frente a las medidas coercitivas y unilaterales que pesan sobre Venezuela y los venezolanos y venezolanas, la decisión asertiva ha sido volver la mirada al campo venezolano para desde el verdadero desarrollo endógeno superar los graves obstáculos que se han erigido con un único propósito: hacer claudicar la revolución.
La consigna debe ser una sola: ¡Producir es vencer! Es con los campesinos y campesinas, con la exploración de nuevas tecnologías aplicadas al campo y agro venezolano, que podremos superar la gravedad de gobernar en tiempos de guerra, afirmación que puede parecer una exageración pero desgraciadamente es una realidad.
Las medidas coercitivas unilaterales representan acciones ilegales que tienen sus implicaciones y efectos contra los venezolanos y las venezolanas producto del bloqueo a nuestra nación por partes de países como EEUU, Canadá, Reino Unido, Suiza, Panamá, la Unión Europea y el Grupo de Lima en articulación con ese personaje oscuro y corrupto llamado Juan Guaidó y miembros de la antigua Asamblea Nacional, quienes se prestaron para tomar esa vía como mecanismo de presión contra el gobierno, convirtiéndose éstas en medidas inhumanas contra el pueblo venezolano.
Las denominadas “sanciones” quieren hacer ver como si estamos siendo castigados por algo que hemos cometido impidiendo en realidad el normal acceso de nuestro país a los alimentos, medicinas, materia prima y repuestos para la industria nacional, generando un grave daño a la economía y tremendo sufrimiento a nuestro pueblo siendo estas violatorias del derecho internacional de la consideración en la majestuosidad que como nación nos merecemos.
Para evitar las grandilocuencias en lo que pudiera aparentar una exageración, veamos algunos ejemplos: el banco Santander de España bloqueó una transacción financiera destinada a la compra de repuestos de equipos dedicados a intervenciones de cirugía cardiovascular para niños y niñas.
Más de 800 intervenciones programadas en el Hospital Cardiológico Infantil de Venezuela no se pudieron realizar por no haber podido adquirir dichos repuestos.
Los impedimentos para la atención en salud incluyen la falta grave de medicamentos, vacunas, material médico-quirúrgico, al igual que prótesis oculares, material de laboratorios, reactivos, para poner otro ejemplo concreto refiere la Relatora Especial de Naciones Unidas, que en el Hospital Cardiológico Infantil Gilberto Rodríguez Ochoa, producto del impedimento de la importación de material médico quirúrgico, repuestos, medicamentos, ha disminuido cinco veces el número de intervenciones pediátricas, son nuestros niños los que mueren gracias a la irresponsabilidad infinita e inhumana de quienes ahora aspiran acceder al poder político en Venezuela.
En Venezuela vimos en su momento afectada la ejecución del Plan Nacional de Semillas por un monto de 297 millones de dólares, debido a la imposición de trabas para la materialización de los pagos a internacionales debido a que los bancos receptores se niegan a procesar operaciones de pago ordenadas desde nuestro país.
No cabe duda que al presidente Maduro le ha tocado gobernar en tiempos de guerra. Entregar el poder político a la derecha criminal y reaccionaria sería un error histórico que saldaríamos con lagrimas de sangre, su inhumanidad les ha hecho priorizar su sed de poder por encima del bienestar de nuestro pueblo.
A los venezolanos y las venezolanas nos corresponde el deber histórico de ratificar nuestra plena soberanía nacional y autodeterminación como pueblo, dandole todo nuestro respaldo al conductor de victorias, al hijo de Chávez, Nicolás Maduro. ¡Necesario es vencer, nosotros venceremos!
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