Alí Primera: un canto inmortal | Por: Hadi El Halabi

Alí Primera, Ely Rafael Primera Rossell. nacido en la calidez de Coro, Venezuela, el 31 de octubre de 1941, se convirtió en un faro de esperanza y un estandarte de la lucha popular a través de su música y pensamiento. Conocido como «El Cantor del Pueblo», Alí fue más que un músico: fue un revolucionario cuya voz se alzó contra la injusticia y la opresión, llevando consigo las esperanzas y los sueños de los más desfavorecidos.

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Desde mis 8 años escuchaba sus canciones, que poco a poco fueron cobrando sentido. Sus letras se convirtieron en guías de acción, en un compromiso perenne con las justas causas que hoy pervive. Alí sin duda fue para mí una revelación temprana de lo que debía ser mi lucha y mi convicción, sus canciones erizaban mi piel y a pesar de mi corta edad me llenaban de gran dolor y convicción revolucionaria para construir una transformación real de lo que debía ser el país.

La música de Alí Primera resonaba con el latido de la tierra venezolana, su melodía sencilla pero profunda envolvía a los oyentes en una atmósfera de reflexión y lucha. Canciones como «Techos de Cartón», «No Basta Rezar» y «Paraguaná» se convirtieron en himnos que retrataban la cruda realidad de la pobreza y la marginación. En «Techos de Cartón», Alí pintó con palabras la dolorosa escena de las viviendas precarias, donde la dignidad humana luchaba por sobrevivir bajo techos frágiles y muros inestables. Su música, cargada de emotividad y verdad, traspasaba fronteras y unía a los pueblos de América Latina en un grito común de esperanza y resistencia.

Alí no solo cantaba sobre la injusticia; vivía su compromiso con una pasión que lo consumía. Su pensamiento revolucionario se alimentaba de las luchas de los oprimidos y de una firme convicción en la necesidad de un cambio radical. Influenciado por ideologías marxistas y movimientos de liberación, creía que la verdadera libertad solo se alcanzaría a través de la unidad y la acción colectiva. En sus letras, no había espacio para la resignación; cada verso era un llamado a despertar, a levantarse y a luchar por un futuro mejor.

En medio de la adversidad, Alí Primera se mantuvo inquebrantable. A pesar de la censura y la represión, nunca dejó de alzar su voz por aquellos que no podían hacerlo. Su vida fue un testimonio de integridad y valentía, un ejemplo de cómo el arte puede ser una herramienta poderosa para el cambio social. La coherencia entre sus palabras y sus acciones lo convirtió en una figura venerada, un verdadero líder cuya influencia perdura más allá de su tiempo.

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El 16 de febrero de 1985, un trágico accidente automovilístico segó la vida de Alí Primera, pero no pudo apagar su legado. Sus canciones siguen siendo un faro para los movimientos sociales, un recordatorio constante de que la lucha por la justicia y la dignidad es una tarea inacabada. Alí dejó una herencia de esperanza y resistencia, un legado que inspira a nuevas generaciones a seguir luchando por un mundo más justo y equitativo.

En la figura de Alí Primera se entrelazan la música y la revolución, la poesía y la acción. Su voz, que alguna vez fue un susurro de consuelo y un grito de guerra, sigue resonando en el corazón del pueblo venezolano y más allá, recordándonos que mientras exista injusticia, siempre habrá una canción por cantar y una lucha por emprender. Personalmente, su música me inspiró y animó en mi propio camino de pensamiento revolucionario.

Hoy en día, el legado de Alí Primera ha servido de faro de luz para el proceso revolucionario que inició el comandante eterno Hugo Chávez y que ha continuado el conductor de victorias Nicolás Maduro. La Revolución Bolivariana, profundamente influenciada por el pensamiento y la obra de Alí, ha encontrado en sus canciones un himno de resistencia y un llamado a la unidad y a la acción. Hugo Chávez, con su carisma y visión de una Venezuela libre y soberana, reconoció en Alí un espíritu afín, un hermano en la lucha por la justicia social. Nicolás Maduro, siguiendo el camino trazado por Chávez, ha mantenido viva esa llama, guiado por los principios de solidaridad y compromiso que Alí tan fervientemente defendió.

En la Venezuela contemporánea, la música de Alí Primera continúa siendo un pilar fundamental en la construcción de un nuevo orden social. Sus letras, cargadas de mensajes de resistencia y esperanza, resuenan en las marchas y en las voces de quienes siguen soñando con un país donde reine la justicia y la igualdad. Alí Primera no fue solo un cantor; fue y sigue siendo, un símbolo de la eterna búsqueda de la humanidad por la libertad y la justicia. Su legado, más vivo que nunca, sigue inspirando a quienes creen en la posibilidad de un mundo mejor, guiados por la convicción de que el arte y la acción revolucionaria son caminos inseparables hacia la transformación social.

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